NADIE ES PROFETA EN SU TIERRA

Quiero hacer un pequeño análisis de la frase “nadie es profeta en su tierra”.

Es una frase bíblica que figura en el Evangelio de San Lucas, en el que explica la falta de reconocimiento que Jesús experimentó en su propia ciudad, Nazaret, donde sus vecinos no creían en su mensaje ni le daban la importancia que merecía.

Esto puede deberse a la resistencia al cambio que tienen algunas personas. Quizás debido a que tengan una imagen preconcebida de la persona en cuestión y de sus valores, lo que dificulta su reconocimiento y aceptación.

Además, no solo eso, sino que en algunos casos puede existir menosprecio hacia esa persona que después de un desarrollo, crecimiento personal y profesional, genere envidias en su entorno cercano.

Nos cuesta creer que Andresito, nuestro compañero del cole, que con sus gafas de culo de vaso, y sus kilitos de más, que siempre fue objeto de burla en el colegio, ahora es un hombre atractivo y elegante, que vuelve a su barrio con algunos millones en el bolsillo y una historia de superación, crecimiento personal y profesional, que la mayoría ni va a querer aceptar, ni mucho menos valorar.

Mi madre que siempre fue muy refranera, me enseñó el poder este lenguaje popular, y me doy cuenta de que esta "sabiduría" tiene su origen en las personas, pero sobre todo en sus emociones. A veces son curiosamente ciertas, pero otras, nos conducen hasta las creencias limitantes que se arraigan en lo mas profundo de nuestro subconsciente. Han creado un patrón de vida, que impiden nuestro crecimiento personal y nuestro desarrollo profesional. Y también perjudican para que los pobres salgan de pobres y que las relaciones entre vecinos estén basadas en la confianza, entre otras cosas.

Yo entiendo todo esto desde una verdad “Lo que se cree, se crea.

Aquí van algunos refranes que se me ocurren:

Estudiante tontiloco, por mucho que estudie sabrá poco.

Ni da virtud la riqueza, ni la quita la pobreza.

Al buen varón, tierras ajenas su patria le son.

Nadie abre tienda para hacer amigos, sino para hacer dinero.

Dios los cría y ellos se juntan.

Pican más los celos que las pulgas.

El que sabe, sabe; y el que no, es jefe.

Ni sirvas a quien sirvió, ni pidas a quien pidió.

Aunque la mona se vista de seda, mona se queda.

No tiene la culpa el tonto, sino quien lo hace gerente.

De tal palo, tal astilla.

Rey no letrado, asno coronado.

El que mucho promete, poco da.

La riqueza es ociosa; la pobreza, industriosa.